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A continuación escuchemos las palabras del Lic. Lorenzo Bailón Cabrera, Presidente de este Colegio.
 

Notario Héctor Constancio Hernández Allende

Muy buenas noches tengan todos ustedes, distinguidos miembros del presidium, compañeros notarios, señoras y señores:

Para el Colegio de Notarios del Estado de Jalisco, el que me honro en presidir, es motivo de especial orgullo la realización de este acto que, aunque sencillo, percibimos trascendente, porque justo así, esta institución da testimonio de que no sólo se ha dedicado a otorgar la seguridad jurídica que se traduce en la paz social para la colectividad; ni  a cumplir plenamente con las obligaciones que se le han impuesto, como son los programas de dirección, tanto de INFONAVIT, como de la CORET; que no ha bastado para nuestro gremio jalisciense con ser reconocido el año anterior, con motivo del mes del testamento, como el que más testamentos otorgó en toda la república, pues ahora mismo, a escala nacional, se está realizando una campaña con el lema: “Febrero, mes del amor. Dona tus órganos”, cuando seis años ha que en este colegio se realiza campaña permanente, en ese sentido, para la gente.

Para este Colegio, cuando se realiza algo importante por parte de uno de sus distinguidos integrantes, como es nuestro muy estimado Constancio, resulta en suma interesante y enriquecedor; así lo hacemos palmario en nuestra revista, que ha mantenido constante un espíritu cultural, punto en el que, de nuevo, ha tenido gran signi?cación nuestro amigo Constancio; porque en esta revista jurídica, hay una sección para la cultura, pues entendemos que el notariado no es solamente un ente jurídico, sino que tiene espíritu, alma.

Por eso, mucho nos complace que Constancio, quien la semana pasada cumplió sus primeros ochenta años de vida, esté hoy, entre nosotros, presentando esta obra histórico?losó?ca sobre una etapa de la Humanidad de la que tantas veces nos han ocultado su importancia: la Edad Media.

En lo personal me siento verdaderamente honrado al compartir este presidium con el autor y con dos personalidades de nuestra ciudad: una persona que mucho nos distingue con su presencia, la Doctora Doña Claudia Ruiz Arriola, hija de jaliscienses y tapatíos, quien a lo mejor combinó sus arduas tareas en ese doctorado y esa extraordinaria comunidad que es la de Barcelona y su pasión futbolera. También nos honra con su compañía Don Armando González Escoto, que mucho agradecemos tenerlo aquí, como presidente de una institución que se ha signi?cado siempre en la cultura, como es la Sociedad de Geografía y Estadística. Por eso, señores, el día de hoy, el Colegio de Notarios está de ?esta.

Muchas gracias.

]Palabras del Mtro. Enrique Flores]

Me da mucho gusto estar por primera vez aquí, en el Colegio de Notarios. Desde luego, quiero agradecer a nuestro amigo de tantos años, Constancio Hernández, que nos haya invitado a ejecutar música medieval para la presentación de su libro sobre la Edad Media; comencé a leerlo en el curso de la semana pasada y lo terminé ayer, lo cual me ha permitido elegir cuatro obras que re?ejan desde el punto de vista y oídos sonoros lo que fue aquella música., La que han escuchado en el principio es una canción de trovadores, escrita entre los siglos XII y XIII; se llamó: Subiendo suspiros.

Ahora vamos a escuchar algo de este mundo de alto sentido religioso que fue la Edad Media. Y no me re?ero a la música religiosa, por ejemplo: el canto gregoriano de los cristianos católicos, o el canto cristiano de los cristianos ortodoxos; sino a ese sentido religioso tan profundo de la música medieval en general. Me re?ero a Las Cantigas de Santa María, recopiladas por el rey Don Alfonso X, protector de la música y las artes. Esta obra fue elaborada en la Escuela de Toledo. Constancio, en una de las páginas de su libro, nos habla de esa escuela de traductores; así que ahora podremos escuchar algo de lo que él dice aquí que pudo sonar. Estas maravillosas Cantigas de Santa María, fueron reunidas por los escribas y ayudantes de aquel sabio; fueron trescientas obras de toda África, Europa y del Medio Oriente. Están escritas para cantarse en gallego, pues Alfonso X consideraba al castellano idioma un poco tosco para la poesía cantada. Vamos a escuchar la número cuatro de estas trescientas obras: habla de un milagro de la virgen María.

Bien. Iniciamos en este momento, con la intervención de la Doctora en Filosofía y Letras Claudia Ruiz Arriola, la presentación de estos Pensadores y Pensamientos de la Edad Media, un libro que, no está por demás decirlo, tuvo un camino, diríamos, un poquito más que complejo. Adelante, Doctora.

[Palabra de la Dra. Claudia Ruiz Arriola:]

Dicen que una de las ventajas que tienen las damas al estar rodeadas de caballeros, es el derecho a “regarla” primero; entonces, empezaré esta presentación.

Decía un pensador alemán que todo genuino ?lósofo es hijo de su época, pues a ?n de cuentas es el entorno el que le provee las interrogantes que exigen su atención y a las que trata de dar una respuesta acorde a sus tiempos.

Esto aplica de manera cabal en el caso de Constancio, pues el libro que hoy nos presenta: Pensadores y Pensamientos de la Edad Media, no puede ser más que el oportuno re?ejo de nuestros tiempos. Se preguntarán ustedes cómo un libro sobre la Edad Media puede ser cali?cado de oportuno. La Filosofía, no se olvide, sabe de asuntos en este turbulento arranque del siglo XXI en el que los medios tecnológicos nos ha puesto en cercanía con hombres y mujeres de credos distintos. No cabe duda de que las preocupaciones e interrogaciones que se hicieron los pensadores medievales sobre su dios, vuelven a cobran vigencia. Después de todo, el hombre común y corriente de hoy se pregunta como lo hizo en su momento el pensador árabe alFarabi.

Si puede haber varios credos y religiones distintas, tiene mayor vigencia encontrar una mejor forma de convivir pací?camente. La respuesta de estos pensadores a este problema nos resulta tan re?exiva como sorprendente, pues a pesar de los grandes esfuerzos racionales por darles cimientos a la fe, ninguno de estos pensadores medievales supone que la existencia o inexistencia de Dios ha quedado demostrada. Después de todo, dice Tomas de Aquino, Dios supera in?nitamente todo lo que el hombre pueda pensar de Dios. Ése es el gran legado socrático, a veces olvidado, de la ?losofía medieval: reconocer que de Dios nada sabemos y que por tanto, no nos es dado imponérselos a los demás.

Hoy día, interesarse por la ?losofía medieval es interesarse por la tolerancia: ésa es la gran vigencia de los Pensadores y Pensamientos de la Edad Media que hoy nos presenta Constancio.

Desgraciadamente, los medievales eran tan buenos teólogos, como magos. Teniendo magní?cas ideas y conceptos, las plasmaban en obras enciclopédicas que muy pocos tienen el tiempo y la paciencia de leer. Tomás de Aquino agregó 38 comentarios, en una simple palabra perpleja que no soluciona la perplejidad inicial de quién demonios se va a poner a leer todo eso.

La misma necesidad y gran mérito de obras como la que hoy nos presenta Constancio: un libro que en sus humildes dimensiones esconde lo grandioso de sus pretensiones. No es éste un libro para iniciados ni para la cofradía de los ?lósofos académicos, ni se trata de deslumbrar con conocimientos enciclopédicos; lo que el libro promete y veri?ca con creces es cumplir con la primera obligación de quien tiene la su?ciente fortuna para ocuparse de estos temas, porque, en palabras de Karl Popper, no consiste en otra cosa que mostrar lo más modesta y claramente que se pueda los hallazgos de nuestra investigación. Ante nosotros, entonces, tenemos una acertadísima obra de divulgación, cuyas virtudes sintéticamente reseñaré: es breve: en sus 180 páginas caben, y caben muy bien, doce siglos de historia.

Es claro que el autor no se pierde en los vericuetos de las discusiones bizantinas tan queridas y cultivadas por mis colegas de la Filosofía. Aquí no tenemos la respuesta a cuántos ángeles caben en la punta de un al?ler. Es humana, pues el autor ha querido presentarnos a cada pensador como quien nos presenta a un amigo, a un hombre de carne y hueso preocupado por los temas de la existencia y no una simple y abstracta máquina de fabricar razones.

Es una obra equilibrada. No hay en ella la pretensión muy nuestra de excluir las enormes aportaciones de los grandes ?lósofos judíos y árabes, que precedieron y en los que se basaron las obras de las escolásticas cristianas, y si bien no se puede decir que es objetiva, pues la objetividad resultó ser un mito ilustrado para presentar como neutral lo que ya era una posición propia; sí es imparcial en su tratamiento de las deudas de la ?losofía medieval con los pensadores paganos y herejes que precedieron.

Quizás en el espíritu ?losó?co que aquí nos reúne sea propio decir que la obra de Constancio tiene, si se le puede llamar así, una sola falla, y es que no incluye en sus páginas a ninguna mujer. Eso ya no es culpa del autor sino de una época que no quiso por buenas razones que sus mujeres pensaran; por lo demás, su brevedad y amenidad hacen de Pensadores y Pensamientos de la Edad Media una obra de lectura obligada, una que no deja al lector excusa de no tener tiempo o la capacidad para valorar por sí mismo las grandes aportaciones de la ?losofía medieval.

[Palabras de Pbro. Armando González Escoto:]

Agradezco al Sr. Constancio por la invitación a participar en esta presentación.

Quiero destacar tres aspectos: la Doctora nos hablaba hace unos momentos de la oportunidad de este libro. Yo quisiera un poco desglosar en qué consiste esa oportunidad, para luego centrarme en esos tres aspectos: el primero es volver a llamar nuestra atención sobre la signi?cación que tuvo la Edad Media. Sabemos que hemos heredado un conjunto de prejuicios acerca de ella, acuñados tempranamente, y los que acuñaron los prejuicios más cerca de la Edad Media con una edad intermedia, es decir, intervenida entre la grandeza de los clásicos grecorromanos y la grandeza de ellos, que estaban elaborando entre estos dos períodos.

Seguramente ustedes recordarán aquella extraordinaria obra de Luis Weckmann: La herencia medieval en México. Nos hizo descubrir cómo la Edad Media, al igual que todas las edades, no se quedó insuperada. Entre las primeras sentencias ?losó?cas medievales del siglo V por San Agustín y las sentencias de Gui- llermo de Occam, en el siglo XIV, hay un gran desarrollo de pensamiento. La Edad Media es la edad cuando se hizo nuestro idioma, el español; todas las lenguas romances se cultivaron en la Edad Media.

Muchas de las instituciones que nos rigen son de origen medieval. Es una maravilla que hace uno momentos hubiera precedido a mi exposición una pieza musical de esa etapa, por una sencilla razón: la música y el pensamiento expresan siempre la misma época. La pieza anterior se compone de tres tiempos: viene el primero, la solista nos expresa en síntesis de qué va a hablar y esa es la sentencia ?losó?ca que aparece con una luz celestial, sobre la cual el ?losofo va a desarrollar y a profundizar para irla llenando de un escrito a otro. En el segundo tiempo, entran todavía con cierta timidez los instrumentos, que sólo se habían dejado escuchar a manera de respaldo. En el tercero se ve la esplendida participación de la solista y los instrumentos: ésa es la ?losofía medieval, una sentencia inicial que puede ser de Sócrates o de Platón o de quien sea, que se explica brevemente por una sustantiva; un segundo momento en el que se viene la entrada, la discusión ?losó?ca sobre la sentencia de quiénes son los que aportan a favor y quiénes los que aportan en contra y un tercer momento, que es la conclusión, cuando todo parece ya ?nalmente claro. La sentencia reluce de manera espléndida como escuchamos la Cantiga de Santa María.

La música medieval es muy semejante a lo que escuchamos en esta cantiga. Bueno: el libro nos invita a analizar justamente cómo el hombre griego construyó el pensamiento y nos enseñó a interpretar la realidad de una manera distinta a la nuestra pero semejante a la vez. La tercera oportunidad tiene que ver con una cuestión muy actual que todos conocemos: la ?losofía medieval se hizo cuando el Hombre creía en el Hombre; hoy, el Hombre ha dejado de hacerlo. Tenemos que recordar las tesis de ?lósofos actuales como Richard Colti, aportaciones como las que hizo en Francia, la enorme distancia que ahora sí nos puede separar, no de la Edad Media, sino del día de ayer. A propósito del cambio que se está operando, es la manera de entender al ser humano para el Hombre medieval, y para el moderno, para el bizantino, para el racionalista del siglo XIX, igual. Aparentemente, el Hombre existe, por tanto, tiende a desaparecer como persona.

Retomar los textos que en el pensamiento medieval nos hablan de la fundamentación, justamente de la antropología ?losó?ca occidental, de esta síntesis que los pensadores medievales hicieron desde Sócrates hasta por lo menos el siglo XV, es de veras una aportación extraordinaria que este libro, como ya maravillosamente se expresó, nos muestra con verdad, claridad y profundidad.

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