El Notario ante la Modernidad y la Tendencia Neoliberal

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I.- Introducción

El notariado actual, de tipo latino, en México y en los demás países de iguales raíces jurídicas, tiene ya una duración de siglos. No nace por decreto oficial, sino que es producto de la realidad, de la vida misma; surge ya con rasgos definidos en las ciudades italianas del siglo XII, se desarrolla y se extiende a todos los países europeos y luego a los americanos que reciben el Derecho Romano, con la natural evolución y adaptación a los nuevos tiempos, pero respetando siempre unos rasgos fundamentales. En este sentido puede decirse que el notariado es una institución permanente, tradicional.
 

Notario Francisco S. Arias
Notario de Veracruz

Esos calificativos pudieran inducir a considerar el notariado como algo anticuado, anquilosado, excesivamente conservador, que no respondería a las necesidades del tiempo actual, tan diferentes y cambiantes. Pero esa visión pesimista se desvanece si se recuerda que en los últimos siglos la sociedad ha experimentado muchos y muy profundos cambios en todos los órdenes, y sin embargo, el notariado ha vivido esa larga etapa, conservando y desarrollando sus caracteres iniciales, pero también manteniendo y acrecentando su arraigo y su eficacia en la sociedad, sirviendo en todo tiempo y cada vez más intensamente a las necesidades individuales y colectivas.

Tal permanencia es por sí misma una garantía de la aptitud del notariado para recibir los cambios sociales y responder positivamente a las nuevas necesidades. Demuestra la capacidad de adaptación de sus principios básicos; pero no basta apoyar esta conclusión en el argumento histórico, sino que debe también comprobarse que tiene un efectivo reflejo en la realidad de nuestro tiempo.

No podemos desconocer que nuestra adaptación a la evolución de la sociedad está actualmente sometida a una dura prueba. El mundo de hoy tiene la desventaja, respecto a épocas anteriores más o menos estabilizadas, de que el marco vital se transforma con excesiva rapidez. Sabemos que vivimos una época de crisis, y que estamos avanzando sobre un inseguro puente entre una estabilidad ya pasada y otra cuyo comienzo no se percibe todavía. No podemos sustraemos a la sensación general de un "mundo en crisis".

Esta inseguridad de futuro puede ser atenuada por un análisis realista de la situación actual. Lo único que cabe afirmar científica y socialmente del futuro notarial es que será distinto del presente, pero en toda empresa científica lo primero que hace falta es visión y sólo una exacta visión de nuestro momento notarial actual nos ayudará a mantener el desafío de ese futuro que nos espera.

Finalmente, debe ser aclarado que no se trata de un estudio de Derecho Comparado, sino de un examen del notariado mexicano y que, como el notariado no actúa sino a través de sus miembros, el objeto de nuestro estudio habrá de ser, en primer término y en consecuencia, el notario; es decir, que las características del notariado serán las que configuran al notario y a la función que éste realiza.'

Il. Antecedentes

El tema de esta conferencia no es una novedad en los congresos y reuniones notariales. Desde hace mucho tiempo se tiene conciencia del problema. Ya en el V Congreso de la U.I.N.L., celebrado en Roma, 1958; después en el X Congreso en Montevideo, 1969; el siguiente en Atenas, 1971; Buenos Aires, 1973 y en el XVII Congreso en Florencia, 1984, además de un Seminario de reflexión de los países americanos en República Dominicana, mayo de 1981, se ha tratado y discutido este tema en diversas perspectivas y ámbitos. Pero la participación del notariado mexicano en esas sesiones de trabajo fue de poca importancia; no parecía representar ninguna relevancia para el interés de nuestro gremio.

Sólo recientemente se ha encarado este complejo asunto en forma resuelta y decidida por nuestro actual presidente de la A.N.N.M., quien ha estado atento a que en todo congreso, seminario y jornada notarial, sea de ámbito nacional, regional o local, este tema se plantee instando a los colegas a una seria reflexión. La razón por la que apenas desde hace muy poco se le da destacada importancia al tema de esta conferencia es, por obvios motivos, porque nos ha tocado vivir una época de profundos cambios.

Hasta hace poco tiempo parecíamos soslayar que los vertiginosos cambios que se producían en otros países, algún día tenían que repercutir en el nuestro y por ello, de ordinario, los mismos temas de congresos y jornadas de notariado mexicano tenían un marcado contenido teórico en casi todos los aspectos, y sólo aisladamente se mantenía la dinámica en la materia fiscal habida cuenta que en los últimos quince años esta legislación ha mantenido constantes reformas, ajustes y adecuaciones sin fin que inciden en nuestra actuación notarial.

Hoy en cambio, basta con ver los temas que se exponen y discuten en las reuniones notariales para advertir de primera intención que se refieren a temas actuales, a nuevas leyes resultado de la modernización de la sociedad y Estado mexicanos.

Pero sin duda lo más novedoso es que esta evolución, esta modernización de todas las estructuras deban enmarcarse en lo económico: la tendencia neoliberal.

III.- El neo liberalismo

Se habla con frecuencia de enfrentar el desafío neoliberal, del embate del neoliberalismo, ubicado el fenómeno en relación con el liberalismo original, según la realidad nacional, los cuales descansan sobre dos presupuestos axiomáticos: el materialismo y el individualismo.

El corolario de esto es una visión y práctica mutiladas de las relaciones sociales, reducidas a meras relaciones de fuerza, de lucha, oponiendo a los hombres entre sí ávidos de apropiarse de los bienes, de todos los bienes, y de aumentar sin límite alguno sus beneficios, su riqueza, en medio de una brutal rapiña económica y social, incluido el saqueo del estado y de los patrimonios nacionales. A esto se añade una concepción y una práctica no menos mutilada de la libertad que se confunde con la autonomía total, pura y simple, del individuo ante sí mismo, ante los otros, ante los valores éticos, que lleva inevitablemente al "sálvese quien pueda" y a la insolidaridad total.

Otro de los postulados que encama la ofensiva neoliberal establece que los intereses particulares contradictorios terminan por armonizarse para realizar el interés general y garantizar la justicia. Pero la historia demuestra hasta la saciedad que esto conduce fatalmente hacia una desviación totalitaria que desemboca en el aplastamiento de los más débiles por los más fuertes; inevitablemente el hombre se convierte en lobo para el hombre, y se impone en toda su crueldad la ley de la selva.

El reto neoliberal en su matiz más profundo, involucra un proyecto global, el cual no sólo se reduce a lo económico, sino que afecta a lo humano, lo social, lo político, lo ético y moral, lo cultural y lo espiritual?

Lo peligroso para nuestro gremio notarial es que no parece que estemos incluidos en ese proyecto global, antes al contrario, más bien se nos considera excluidos en casi todas las esferas de gobierno involucradas en el embate neoliberal; tan es así, que durante 1993 recibimos los más duros ataques de funcionarios, legisladores, banqueros, profesionistas, promotores de vivienda, etc., cuyas pretensiones iban, desde desplazar al notariado mexicano en su actividad tradicional, hasta crearle una competencia agresiva y desleal mediante el "resurgimiento" de un nuevo fedatario, el corredor público, figura híbrida mercantil a quien en la flamante Ley y Reglamento respectivos se le dotó de mayores funciones de las que en el pasado tuvo, y que además, como quien va a contracorriente, mientras en todo el mundo esta figura del corredor o agente de comercio prácticamente ha desaparecido, en México se le dio nueva vida y atributos profesionales insospechables.

El gobierno y sus tecnócratas tratan de presentar las estadísticas macroeconómicas para hacer creer que estas ideas y recetas están logrando resultados positivos; se nos habla de la globalización de la economía y se magnifica la ratificación del Tratado del Libre Comercio, el Tratado con Costa Rica, el acuerdo comercial con Chile, el acuerdo comercial con los países de la Cuenca del Pacífico, el próximo tratado de los tres (México, Colombia y Venezuela), etc.; también se nos habla de desregulación y de simplificación administrativa, se nos alienta a una competencia a ultranza; se simula una condena a los monopolios aunque éstos subsisten, tanto públicos como privados; se nos alienta a un óptimo control de calidad, al eficientísimo, al pragmatismo, haciéndonos creer que al final del arcoíris existe realmente la olla repleta de oro; se nos habla de un mayor y más ágil intercambio de bienes y servicios pero que sólo resultan en una sociedad excesivamente consumista, todo es un desenfreno que se deja a las fuerzas del mercado. Y estos funcionarios presentan con triunfalismo muy simplista que al fin la economía se está recuperando, que se estabiliza, que va bien.'

En toda esta vorágine, está sacudida de toda la estructura nacional, se nos acusa de prestar un servicio lento y oneroso, excesivamente formal, obsoleto, prácticamente se nos señala como una reminiscencia de un pasado que es imperativo superar; se nos tilda de monopolistas, de explotadores, de presuntuosos y arrogantes, en fin, de interminables calificativos con los que pretenden justificar la inminente supresión de esta actividad profesional.

IV. Surgimiento del problema

Decíamos, antes de abordar sucintamente el aspecto en el que nuestro país se enmarca en la tendencia neoliberal, que la actitud indiferente y un tanto inerte que el notariado mexicano había adoptado, provocó que le sorprendieran desprevenido los profundos cambios experimentados en prácticamente todos los órdenes: social, cultural, económico, político, científico y, por supuesto, en lo jurídico. Y tan variados y abruptos cambios nos han afectado y afectan como ciudadanos, como profesionales, en fin, en todo nuestro contexto y circunstancias que nos rodean, pero fundamentalmente nos afecta como notarios en el ejercicio de la función pública que nos es inherente; y esa es la razón por la que se ha incluido desde ya hace muchas jornadas notariales este tema en los ciclos de conferencias, porque sin duda estamos ávidos de saber cómo y en qué nos afecta el cambio y cuál es la actitud que debemos adoptar para que nuestro notariado, el de tipo latino, subsista y permanezca superando la amenaza que se cierne de una probable desaparición.

Hemos de indagar si el notariado que está estrechamente vinculado con nuestras raíces históricas, jurídicas y sociales está preparado para resistir el embate del neoliberalismo, el desafío de la modernidad; si el notariado debe cambiar y para ello, en qué medida debe reestructurarse, cómo debe reorganizarse; cuáles son las perspectivas que tiene el notariado para responder a las necesidades individuales y colectivas.

V. El notariado y la modernidad

Lógicamente las reflexiones que en el resto de la exposición haré y todas las que se harán seguramente quienes están en este auditorio, y en aquellas reuniones donde se repita con la misma o parecida orientación este tema, tienen que referirse a los elementos del mismo: NOTARIADO Y MODERNIDAD. En la medida que logremos tener una precisa y clara idea de lo que es uno y otra, será posible llegar a conclusiones positivas.

a).- NOTARIADO significa "cuerpo notarial", es decir, el conjunto de notarios que en una determinada localidad tienen fiat o patente de notario. Es de recordar aquí que la Ley Reglamentaria de los artículos 40 y 50 Constitucionales relativos al ejercicio de profesiones (Ley de Profesiones) reconoce que el ejercicio de la fe pública requiere título profesional debidamente registrado en la Dirección General de Profesiones; también en la mayoría de los estados de la República se repite esta disposición.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que México es una República Federal en la que cada una de sus entidades o estados cuenta con un régimen jurídico propio, además del federal, porque así lo determina la Constitución General en su artículo 124; es decir, que como aquellas materias que no están reservadas a ser legisladas por la Federación se entienden atribuidas a las propias Entidades Federativas, la actividad notarial es una de éstas y en consecuencia todo lo relativo a la legislación notarial es materia privativa de las legislaturas estatales.

Esta situación jurídica plantea una primera y enorme dificultad, porque en cada Estado se tiene una forma de organización notarial peculiar que difiere muchas veces de otras formas, unas más y otras menos ortodoxas; e inclusive algunas estructuras notariales no siguen estrictamente los principios del notariado de tipo latino, por lo que ni siquiera tienen prevista una colegiación obligatoria. No debería, sin embargo, sorprendemos demasiado este status, pues casi es lo mismo que sucede a nivel internacional con los países miembros de la U.I.N .L., en cuyo organismo no existe una deseable pureza de principios sino, por el contrario, una mezcla heterodoxa de notariados adherentes y así, de cincuenta y cinco miembros actuales, menos de la mitad cuentan con un notariado ortodoxo, mientras que los demás acusan desviaciones y a veces híbridos institucionales muy distintos de los principios del notariado latino.

En nuestro territorio nacional la variedad de notariados es muy amplia. A diferencia de lo que sucedió con el Código Civil, en que todas las entidades copiaron o se inspiraron fundamentalmente en el del Distrito y Territorios Federales de 1928, que desde 1932 está en vigor, en materia notarial y más aún en organización notarial es de una variedad tan amplia que a veces no parece tener puntos de contacto con el resto del notariado nacional. Así, existen entidades donde la colegiación es obligatoria y en otras es voluntaria; en algunos casos el Colegio es estatal, mientras que en otras lo es regional, a veces municipal y además tienen otro estatal aglutinante o diferente de aquéllos; otros notariados estatales tienen colegios organizados como corporaciones de Derecho Público en tanto que algunos más se constituyen como Asociación Civil, es decir, en forma voluntaria y, en un último caso, como algo sorprendente, en el D.F. en tanto que existe colegiación obligatoria porque la Ley de la materia así lo dispone, tal obligación se cumple en forma "voluntaria" ingresando por el sólo hecho de obtener la patente de notario titular a una asociación civil, que así desnaturaliza su estructura contractual, porque siendo ésta de ingreso y permanencia voluntaria resulta no serlo cuando del Colegio de Notarios del D.F. se trata, habida cuenta de un desafortunado texto injertado al vapor en la Ley de Profesiones hacia el año 1946. La situación así ha subsistido desde entonces y no parece preocuparle mayormente a ninguno de estos colegas, acaso por ser el Colegio Notarial mejor organizado y el que mejor funciona pese a estos desconcertantes principios jurídicos que históricamente lo informaron y que continúan vigentes.

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