• warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #2 is not an array in /home/acervono/public_html/includes/theme.inc on line 275.
  • warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #1 is not an array in /home/acervono/public_html/includes/theme.inc on line 278.
  • warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #2 is not an array in /home/acervono/public_html/includes/theme.inc on line 275.
  • warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #1 is not an array in /home/acervono/public_html/includes/theme.inc on line 278.
  • warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #1 is not an array in /home/acervono/public_html/themes/newsflash014/themes/newsflash/template.php on line 28.
  • warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #2 is not an array in /home/acervono/public_html/includes/theme.inc on line 275.
  • warning: array_merge() [function.array-merge]: Argument #1 is not an array in /home/acervono/public_html/includes/theme.inc on line 278.

Heriberto, te quiero decir: te quiero mucho. Te lo digo de corazón a corazón, hoy que tu andar por esta tierra terminó. Aunque eso no impide que donde estés recibas mis palabras de cariño y estimación.
Notario Rafael Vargas Aceves
Notario 114 de Guadalajara

Contigo viví el mandato de nuestro hermano mayor Jesús que nos dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Todos nos piden que vivamos para dar, para entregarnos a los demás, como un ideal de perfección; de desprendimiento y amor al prójimo, olvidando que el verdadero amor empieza por amarse a uno mismo.

Te diré, porque creo que tú lo hacías tan bien el día a día, en el transcurrir de tu vida. Eras feliz con quien eras, como eras, con lo que tenías, con las cualidades y defectos que la condición humana te dio. Eras feliz siendo para unos Don Heriberto; para otros el Lic. Rojas, pero para mí solo Heriberto… mi amigo.

Ese aceptarse plenamente como se es, marco tu vida y te llenó de felicidad, de alegría, de una energía inmensa, para poder ser: esposo, padre, amigo y por azares de la vida notario.

Con esa aceptación total de ti mismo, fuiste hacia mí, para enseñarme que se pude tocar desde lo más profundo del corazón con una mano al acariciar mi cara, como señal de saludo y decirme: “Pinche Chalupo”. Desde luego acompañaba a tu mano una sonrisa abierta y franca de profunda felicidad; de amor a la vida y qué decir de la luz de tus ojos llenos del amor a los demás, como un grito profundo para todos los que estábamos, diciéndonos: ¡Vivan la vida, sean felices!

Me tocó compartir contigo la mesa y la copa. Me equivoco, muchas copas, eras exuberante y generoso al compartir la comida, las copas y sobre todo la amistad y regalar tu alegría sin límite a todos.

Un trato cariñoso y paternal recibimos de ti todos “tus hijos” como nos llamabas afectuosamente.

Sí me entristece tu partida, pero te fallaría yo como uno de “tus hijos” si no viviera a través de tu alegría, de tu vitalidad, de tu compartir y de gozar la amistad en una palabra gozar absolutamente la vida.

Las anécdotas, historias y hasta tus propias mentiras que solo tú te creías me hicieron reír y gozar de tu compañía y por qué no, llorar, cuando llegó el dolor a nuestra vida.

Recuerdo en una comida, con “tus hijos”, te dije que Cristina mi esposa tenía cáncer y que yo tenía miedo a todo: a la muerte, a la soledad, al dolor, al futuro. Y nos abrazamos y nuestras lágrimas se confundieron, mi dolor lo hiciste tuyo, mis miedos los comprendiste y me abrazarte con tanto amor que comprendí en todo su valor la frase de nuestro hermano mayor “amarás a tu prójimo”.

Escribo estas palabras días después de tu partida, añorando tus palabras, tu sonrisa y tu amor.

Te despedimos con un aplauso, de admiración, de respeto, de alegría porque tu paso por esta vida fue triunfal, compartiendo todo lo que eras, todo lo que tenías y como en las corridas de toros diste vuelta al ruedo entre aplausos, no era para menos lo que te merecías, porque la fuerza de tu ejemplo dejó una huella profunda en todos los que estábamos y sobre todo por el tiempo que nos regalaste de vida.

Te confieso que yo también quisiera que me despidieran los que me quisieron con un aplauso porque sería el mejor adiós que me pudieran dar.

Me despido con un abrazo, un beso y una lágrima diciéndote, te quiero Heriberto.

Guadalajara sin día ni hora.

Tu hijo y amigo.
AdjuntoTamaño
Carta a Heriberto Rojas Mora, Rafael Vargas Aceves.pdf56.07 KB